Mientras las producciones audiovisuales más exitosas de Estados Unidos las protagonizan personajes de clase media y baja, en Chile la pantalla está colonizada por los ricos. Las teleseries se desarrollan en casas de cientos de metros cuadrados, los animadores son personas como Kike Morandé y la literatura, la música y el cine la han colonizado los oriundos de Providencia.
Los pobres tienen sus reductos muy bien definidos: pueden ser personajes humorísticos con muletillas en las piezas de ficción, criminales en las noticias o víctimas cuya tragedia se filma en primeros planos.
En los reality show las clases sociales interactúan con una relación jerárquica muy clara: la burguesía dominando al proletariado. Ejemplos sobran: Cari la princesa rubia que trataba al pobre Edmundo como marioneta, Ballero líder de un grupo de pobre gente que no tenía idea de nada o todo 1810 tratando de rota a Angélica Sepúlveda cuyo delito fue ser chora a pesar de ser morena y tener las mechas tiesas. La única relación horizontal entre un rico y un pobre se dio en el programa La Granja donde Arturo Longton estableció una entrañable amistad con el chofer de micro Marko Marinkovic.
En Mundos Opuestos la historia no cambia y nuevamente vemos como en ese universo de veintitantas personas se reproducen las relaciones de poder existentes en el mundo real.
Chispa, el skater de rasgos sospechosamente endogámicos, odiado por la barra virtual vive feliz y campante en el encierro, tiene amigos y lo defienden. Él se ríe de las nanas, dice que Camila Vallejo sólo sirve para “un gang bang”, cuando le dicen algo amenaza con abogados y mira en menos a la participante pobre pero el resto del grupo en varias ocasiones prefirió nominar a cualquier otra persona aunque represente una desventaja en la competencia que meterse con este gordito que trata mal a todo el mundo.
El ejército de los ricos (¿del uno por ciento?) que lidera este vago lo completan quienes podrían definirse como los “desclasados” gente que para efectos sociales prefiere pasar por amigo de los cuicos que rescatar sus raíces. En este grupo coinciden Domi, la expulsada Camila Nash, el italiano, Thiago y un poco la doble de Justin Bieber. Algo similar a lo que le pasó a muchos concursantes de reality que desconociendo las periféricas comunas donde vivieron su infancia optaron por dedicarse 24/7 a hacerse los aristócratas. Ejemplo máximo: Janis Pope.
Los pobres de Mundos Opuestos pudieron tener como su líder natural a Huaiquipán. Él se proyectó fallidamente como el de la fuerza y la habilidad valorada en las pruebas del programa y se creyó respetado por aquello. Grande fue su sorpresa cuando hace unas semanas notó que lo hicieron tonto porque mientras le decían lo importante que era, el resto confabulaba sin asco para sacar a su mejor amigo Chapulín de la casa. Su frustración fue grande al darse cuenta que se lo habían cagado y en su mirada de desconcierto vimos como se sucedían todos los engaños a la clase trabajadora la cual es útil mientras te presente réditos.
Me atrevo a pensar que ese hecho desencadenó la inestabilidad del ex futbolista, aunque finalmente se fue Tony Kamo y no su amigo, se dio cuenta que no era el que la llevaba, que eran fuerzas lejanas a él lo que definían qué pasaba en la casa dividida entre pasado y futuro. En cualquier caso el prefirió no luchar, siguió sonriéndole a los cuicos, prefirió tenerle buena al italiano, agredir a una participante a pito de nada y rematar con peleas con Chapulín porque defendía mucho a la única mujer pobre del programa Stephanie Cuevas.
En los realities a veces el primer premio se lo ganan los pobres como Edmundo, otras veces los poderosos dan paliza, como la memorable contienda entre el español Javier Estrada y el Coca Mendoza, única remembranza televisiva a la colonización del territorio mapuche. Sin embargo los hechos son contundentes y sabemos que el pobre siempre sale para atrás: Junior Playboy es un hazmerreír que pretende trabajar como vedetto con guata, Edmundo terminó casi matándose, Recluta Álvarez vive al tres y al cuatro en Graneros y así. Por otro lado Arturo Longton continúa su vida de parásito a los treinta y tantos, Catalina Bono es una feliz esposa con casa en Las Condes y el Chispa probablemente va a terminar como notero de CQC jalando toneladas de coca con el hijo de Coco Legrand, mientras Huaiquipán va a seguir sobreviviendo en su población.
El verdadero Chile no está en programas lateros como Frutos del País, en las películas malas del director de turno o en las trilladas crónicas urbanas de algún proyecto del medio. El Chile real está en los reality show, un espacio donde el pobre es pisoteado y en que la clase dominante goza de impunidad.
Fuente: Gugulson.com