El enfoque de Seguridad Ciudadana fue creado por algunos ide贸logos de derecha, como una extensi贸n de la Doctrina de Seguridad Nacional que, al igual que esta 煤ltima, define la existencia de un «enemigo interno» al que se debe eliminar y plantea que dentro de las comunidades existen personas que son fuente de inseguridad y hay que «sacarlos de circulaci贸n», para ofrecerle seguridad al resto de la ciudadan铆a.
De esta manera, se instala el temor como elemento unificador de la experiencia urbana, transform谩ndolo en uno de los elementos principales del sistema de dominaci贸n y afectando seriamente las interacciones sociales y el desarrollo de la sociedad y muy especialmente la de los barrios vulnerables.
Se nos invita a desconfiar de todo: del vecino; de aquel que camina en la calle; de los j贸venes que buscan esparcimiento en las esquinas o en las plazas de los barrios; y de cualquier persona que no sea de nuestro c铆rculo m谩s cercano.
La destrucci贸n de la comunidad, de sus redes y la instalaci贸n en su lugar del individualismo m谩s exacerbado, es el resultado buscado por los creadores de este enfoque, el que nos invita a encerrarnos en nuestras casas, a elevar nuestros muros medianeros, a cercar nuestras pertenencias y nuestras vidas, de manera de evitar ser vistos, para no alimentar lo afirmado por el dicho popular que afirma que la oportunidad es la que hace al ladr贸n.
Lo anterior lleva, inevitablemente, a ceder el espacio p煤blico a los individuos y grupos que act煤an al margen de la ley, en absoluta impunidad, precisamente gracias a la desaparici贸n de la comunidad.
Desde esta perspectiva, el enfoque de seguridad ciudadana ha terminado actuando como una fuerza centr铆fuga en nuestra sociedad, alej谩ndonos los unos de los otros hasta destruir los lazos que antes nos hac铆an, solidariamente, responsables de todo lo que pasaba a los miembros de nuestra comunidad.
No hay que sorprenderse entonces, si despu茅s de varias d茅cadas de venir incrementado significativamente el presupuesto dedicado a mantener el orden y la seguridad p煤blica bajo este enfoque, la tendencia al alza de los delitos y de la sensaci贸n de inseguridad no ceda y la tendencia de largo plazo sigue siendo al alza, de manera sostenida en el tiempo.
Se hace necesario, entonces, revertir este proceso de distanciamiento con un enfoque que act煤e como fuerza centr铆peta sobre los individuos, de manera de acercarlos entre ellos hasta que cada vez m谩s miembros de la sociedad puedan resolver algunas de sus carencias, en el seno de su propia comunidad.
Para esto, se requiere de voluntad pol铆tica y de leyes que potencien el rol de las organizaciones sociales en los barrios, mediante un financiamiento basal que, acompa帽ado de un esfuerzo significativo para dotar a las mismas de sedes sociales y de una infraestructura capaz de convertirlas en verdaderos centros de desarrollo comunitario, con bibliotecas, infocentros e infraestructura deportiva y recreativa.
De esta manera estaremos construyendo barrios con ciudadanos que ocupen los espacios p煤blicos y establezcan lazos de confianza y de expresi贸n para la formaci贸n de varias y variadas colectividades, considerando adem谩s, 谩mbitos espec铆ficos, as铆 como las vivencias de adultos mayores, j贸venes, mujeres y ni帽os en el dise帽o de los espacios p煤blicos.
Al mismo tiempo se requiere de manera urgente escuchar la voz, las demandas y las expectativas de quienes cometen delitos, de manera de que comparezcan tambi茅n, en tanto v铆ctimas de un sistema que los estigmatiza, los excluye y no les da posibilidades de salir del circulo vicioso en que se encuentran, en la b煤squeda de soluciones a sus expectativas y carencias fundamentales.
Solo as铆, la comunidad volver谩 a reencontrarse, a conocerse, a quererse y a cuidarse, y retomar谩 la senda de la convivencia comunitaria y de la recuperaci贸n de los espacios p煤blicos, como 煤nica forma de establecer un control social informal sobre s铆 misma, sobre sus barrios y espacios p煤blicos de manera tal, que quienes act煤en al margen de la ley no puedan circular tan libremente por sus calles, como lo hacen hoy en d铆a.
Si el Estado es capaz de asumir que las organizaciones sociales―tanto territoriales como funcionales― pueden ser socios estrat茅gicos para abordar el tema de lo que suele llamarse inseguridad ciudadana, habremos dado un paso gigante en una batalla que seg煤n los resultados de la 煤ltima Encuesta Nacional Urbana de Seguridad P煤blica, ponen de manifiesto, por una parte, el fracaso evidente del actual gobierno en una materia que fue utilizada como una de las promesas m谩s valoradas de la 煤ltima campa帽a presidencial, y por otro, el fracaso de esta forma de abordar el tema de la delincuencia que arrastramos hace ya varias d茅cadas.
Daniel Jadue
Publicado en Cooperativa