Por Pablo Allard, Decano de la Facultad de Arquitectura y Artes de la Universidad del Desarrollo
Será de gran interés ver cómo estos nuevos liderazgos comunales derivan en modelos de gestión capaces de mantener la calidad de los servicios municipales.
Uno de los efectos más interesantes de la elección municipal ha sido la caída de caudillos como el alcalde Labbé en manos de liderazgos emergentes de origen ciudadano, como Josefa Errázuriz. Estos nuevos actores políticos movilizaron a votantes -que pese a reconocer la buena gestión de los derrotados-, anhelaban algo más para sus comunas. El hecho no es aislado y se repitió en municipios como Ñuñoa o Recoleta.
Para quienes conocemos el mundo de las organizaciones ciudadanas, no era de extrañar que más temprano que tarde se produjera este cambio desde la exaltación de la “buena gestión” de servicios municipales, hacia ediles que entienden que calidad de vida pasa por una ciudad “más humana”. Para ser más preciso, me referiré a dos alcaldes electos, a quienes pese a las diferencias políticas, apoyé públicamente y demuestran este cambio premonitorio.
Josefa Errázuriz es mucho más que una “dueña de casa” o un fenómeno de redes sociales; se trata de una dirigenta vecinal que desde hace años trabaja activamente en la promoción de una gestión local participativa, sustentable y humana. Antes de la elección, Errázuriz se desempeñaba como directora de una de las organizaciones ciudadanas más valiosas y constructivas que han surgido en las últimas décadas: la Fundación Ciudad Viva. Desde esta plataforma, no sólo ha liderado proyectos de formación de capital humano a nivel vecinal, articulando iniciativas de recuperación de barrios o programas de promoción del transporte sustentable. También ha sido clave en la conformación de la plataforma “Santiago Cómo Vamos”, que precisamente apunta a exigir ejes programáticos a los alcaldes y generar indicadores para evaluar su gestión.
Daniel Jadue, por su parte, es un destacado arquitecto y sociólogo que por años ha trabajado en el ámbito de la planificación urbana y territorial, desarrollando planes reguladores, planes maestros y asesorando a alcaldes y municipios en temas de gestión. Lo más interesante de Jadue es que por su militancia comunista conoce de cerca modelos de gestión alternativos, que van desde los presupuestos participativos y contratos vecinales, hasta los controversiales “Círculos Bolivarianos” de Venezuela -organizaciones de base a escala barrial- que más allá de las diferencias que uno pueda tener con el modelo chavista, han probado ser una de las políticas más efectivas para prestar servicios sociales, fortalecer la identidad local y promover la revolución bolivariana.
Será de gran interés ver cómo estos nuevos liderazgos basados en la promesa de una ciudadanía más empoderada y participativa derivan en modelos de gestión capaces de mantener la calidad y nivel de servicios municipales, al tiempo que incorporan, adaptan y articulan a la realidad de sus comunas y nuestro país, aquellas buenas prácticas que ambos ediles han pregonado.
Será un verdadero experimento, que por las características urbanas y sociales de ambas comunas de ser exitoso sin duda marcará un punto de inflexión en la gestión de nuestras ciudades. Ojalá que estos nuevos gobiernos ciudadanos puedan satisfacer las expectativas creadas y encuentren ese necesario y justo equilibrio entre una ciudad más eficiente y más humana.